Amplias son las opciones que albergan nuestras horas, amplios los caminos que definir, largos los empedrados que marcan nuestros pies, infinito el cielo que nos cubre, salada el agua que nos alimenta y amargo el sudor de nuestra frente. Y aún así, conociendo la rudeza del camino, elevo cada día mi mirada al alba, en recuerdo del día nuevo que comienza, y bajo los augurios del sol camino con paso firme para afrontar las alegrías y vivir las penurias junto a la luz de tu sonrisa.
Hoy soy más que ayer, y en mis huellas dejo el rastro que otros pueden reconocer u obviar. Avanzo como me mostraron que debía, con mis ojos concebidos para escuchar, mis oídos forjados para ver, mi piel tejida para sentir y mis cabellos moldeados para apreciar cómo la vida continua naciente desde mi interior hacia oriente, donde hallaré la clave para alcanzar el ocaso de mis días, con tan sólo mirar atrás.
Aspiro a que cada instante de mi vida sea distinto al anterior, siendo menos que mañana, permitiendo que el arbitrio de los segundos me impregne y sorprenda a cada paso. Y sumar así, día a día, el resultado del final de nuestra existencia, para que ésta haya sido plena.
Soy parte de cada uno de vosotros como lo sois de mi, una pequeña mota en este Universo que por sí sola no se muestra presente, pero junto a muchas otras, creamos masa corpórea e incorpórea, capaz de atravesar el tiempo y el espacio en busca de las horas que necesitamos, de los minutos que no conocemos, y los segundos que en la soledad obviamos.
Fui, soy y seré, complemento de mi aliento y suplemento de mi esencia.