martes, 22 de abril de 2014

Alcohol

La espiritualidad es como el alcohol.


Si te excedes, comienzas a ver Amigos donde antes sólo existían desconocidos, abrazas bajo un manto de excusas, abres tu corazón con la esperanza de que a alguien le importe, te sientes en posición de juzgar al prójimo ante mezquinos, ves Fraternidad allá donde antes sólo existía envidia, y perdonas... perdonas por doquier a aquél que te mira por encima del hombro, al enemigo que sólo ves en tu exterior, ... te crees superior por alcanzar un estado de exaltación que te hace sentir único en este mundo.


Cuando lo abandonas, te sientes confuso, las ideas van y vienen, y la Luz duele al contacto con tus ojos, tu cuerpo se siente enfermo, algo por dentro no te permite conciliar el sueño, tus ojos son incapaces de derramar una sola lágrima sin arañar tus pupilas, te sientes avergonzado por los besos y abrazos derrochados, te sientes decepcionado al comprobar que aquellas sinceras palabras cayeron en oídos huecos, entras en un duelo personal al verte reflejado en tu propio espejo, en el que tan sólo deseas que aquel episodio sea olvidado y no se te juzgue por tus actos.


Recuerda: Bebe con moderación, que tu cuerpo sea capaz de hacer suyo tanto lo bueno como lo malo, pues lo malo no es más un reflejo de nuestros propios Egos, si huyes de ellos, huyes de ti mismo.


Que tu Ego no consiga embriagarte, impidiendo así que distingas la vigilia de los sueños.

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