Mi cuerpo comenzaba a deslizarse entre las gentes sin necesidad de apoyarme en el suelo, observando todo a mi alrededor desde las alturas. El tiempo se ralentizaba para poder ver cada uno de los movimientos, reacciones, miradas, gestos, pasos de quienes me rodeaban, así como las oscilaciones armónicas de los árboles, los que como si a la señal de una batuta fuesen ordenados, bailaban al compás del suave susurro de los vientos de Mediodía. El dulce sentir del salitre penetraban en mis venas recorriendo cada pliegue de mi piel, mostrándome a cada momento quién soy y de dónde vengo... mis raíces, aquéllas que se alimentan de cada decisión que marca mis pasos, pasos que doy a cada instante, instantes que vivo con el orgullo de haber nacido y el objetivo de mi legado.
Mis párpados se inquietan al tiempo que mi mente acompaña a mi alma al punto más lejano de mi regresión... abro mis ojos y tras el duelo de no querer separarme de las garras de Morpheo, una vez más vuelvo a ser yo. La realidad me da caza y con saña me golpea con la fuerza de un huracán lanzando mis entrañas más allá de los límites de mi piel. Mis pupilas sangran los lamentos de mi pecho.
Imágenes pasadas, decisiones cobardes que hoy me pasan factura, demasiado tiempo perdido, horas muertas sin saber qué hacer sentada en el sofá de mi salón... tiempo que jamás regresará a mi, y sin embargo, hoy me doy cuenta de todo lo que aún no he vivido. Debo afrontar la realidad que me ha tocado vivir, mi realidad, esta dura prueba que, finalmente, marcará el resto de mis días. Siempre me he preguntado - ¿por qué yo? -.
Los segundos se hacen eternos frente a la espera y el desconcierto de mi llamada, mi vida queda resumida en un único instante en que mi estado se hace tangible a través de los labios de mi confidente que se asoma tras la puerta con su bata blanca. Su voz firme e inerte hace que cada letra de mi nombre golpee incesante en mi pecho, rumoreándolo a lo largo de mis venas. Cada paso que doy aleja más de mis días, mis pupilas afloran ante el miedo que corrompe mi alma, cada paso que me aproxima ante sus ojos ensordece los silencios que me perturban. Siento cómo su aliento acaricia mis cabellos antes que la frialdad de sus palabras arribe a mis oídos, resonando aquéllas mientras atraviesan mis entrañas como una daga bañada en almíbar. Jamás imaginé que un dolor tan profundo pudiese saborearse con tanta dulzura.
Tras la extraccción de varios bultos de mi pecho, tras la pena de su no erradicación y posterior reproducción, tras años de incertidumbre y meses de quimioterapia... al fin parece ser que los resultados han sido positivos. Ahora mis lágrimas no tienen la amargura que me ahogaban en las noches que me derrumbaban, hoy tengo algo que celebrar.
Tras despertarme de ese tierno sueño y sentir el plácido susurro de la vida, sólo me invade el deseo de vivir y demostrarme a mi misma, que incluso en los momentos más adversos, siempre seguiré siendo mi mejor amiga, mi confidente, mi belleza, mi fuerza, mi sabiduría... y sobre estos pilares construiré un nuevo día... nunca es demasiado tarde para dar comienzo a mi existencia. Ahora sólo una pregunta hace eco en mi mente... - ¿por qué no yo? -.
Hoy, 19 de Octubre, día Internacional del Cáncer de Mama, tiene como objetivo sensibilizar a la población acerca de la importancia de esta enfermedad, así como la necesidad de explorarse periódicamente para prevenir la detección tardía.