Aún recuerdo los momentos en que alzábamos la voz creyendo así que tendríamos más razón que el otro. Aún recuerdo las salvajes caricias que entre voces me regalabas marcando así los límites de mi inocente lozanía. Aún recuerdo aquellos días en los que me ofrendabas cada noche con un ramo de preciosas margaritas y lilas, y yo te correspondía con caricias y eternos abrazos, haciendo de nuestro hogar tu palacio y de mi cuerpo tu esclava. Aún recuerdo cuando embriagado me sometías a tus más oscuros deseos de placer humillándome en la soledad de mi experiencia, sin nadie con quien hablar, sin nadie a quien acudir, con el miedo de ser aquella que no satisface a su compañero. Aún recuerdo aquellos días en los que crecí ciega bajo el yugo de la protección de tu mundo, incapaz de asumir las verdades que algún día atormentarían mi ansia de vivir. Aún recuerdo el sudor frío recorriendo los poros de mi piel deseando que llegara el alba para que abandonaras mi pequeño mundo y así desterrarme al amparo de mi soledad y mis pensamientos. Aún recuerdo el miedo con que veía pasar los minutos que acercaban mi rostro a tus dedos desgastados por tus faenas.
Aún recuerdo aquellos días que con dolor me arrancaron a tiras mi juventud, cicatrices, llagas y marcas que jamás abandonarán los rincones de mis recuerdos en los que una vez se refugiaron en el silencio de las noches en busca de cobijo.
Y aunque hoy sea libre, aún recuerdo aquellos años que pasé en el desierto para encontrarme a mi misma y fortalecer los pilares sobre los que me sustento, sobre los cuales edificaré una nueva vida, con nuevos colores y nuevas sonrisas, con fuerzas renovadas para luchar y demostrar, que siempre hay desiertos llenos de oasis en los que descansar.
El miedo es aquella sensación que se tiene ante lo desconocido, yo ya te conozco, he vivido contigo, te he mirado a los ojos y sé quién eres, te reconocería en cualquier parte del mundo, te escondas bajo la piel que quieras.
YA NO TE TEMO.